lunes, 19 de julio de 2010

Las fuerzas del Mal

Le doy vueltas a la cabeza y siempre termino llegando a la misma conclusión. Hay unas fuerzas malignas en la humanidad que son los responsables de las guerras, del odio. Esas fuerzas responden a unas características muy claras y evidentes.

1. Egoismo. La gente cabrona que te encuentras en la cola del pan o en un gobierno es irremediablemente egoista. Lo único que le interesa es su propio beneficio. Por eso se cuela en el pan o privatiza la sanidad, para que sea de unos pocos o sólo suya o invade paises libres para robarles sus riquezas. Este egoismo se puede observar a nivel general, en tu trabajo, en tu familia o al más alto nivel, en hombres de Estado que trabajan siempre por el bien de unos pocos o de sí mismos. Son fáciles de descubrir porque el resultado es siempre el mismo. El conjunto de la sociedad termina peor y unos pocos terminan mejor. Pela la cebolla del discurso. Hay que ver más allá de teorías. Mira el resultado y lo comprenderás.

2. Envidia. La gente mala que siempre me he echado a la cara era envidiosa. Si le contabas algo bueno de tí, se le ponía esa cara verde de judía, serio, que se ve a kilómetros. Esas personas siempre van a luchar por tu desgracia, pero por una deficiencia mental propia. Porque así sienten saciado su deseo de poseer lo que tú tienes. Cuanto más lo pienso más me doy cuenta de que es una deficiencia mental, una enfermedad. El envidioso es, casi siempre individualista. Y nunca está saciado ni se cura. Ese cabrón, cuando lo tengas localizado, es el culpable de todo. Para poder salir del circulo vicioso de la envidia, desarrollan un victimismo galopante que sirve como escudo a los envidiosos. Es la única manera de poder medrar cuando se está rodeado de envidiosos. "Me han ascendido sí, pero mira como me corre la gangrena por la pierna". También se nombran así mismos como jueces. Critican y condenan a unos y a otros. Parecen intocables. Así nadie se para a pensar que la culpa en realidad, la tiene él.

3. Hipocresía. Normalmente se muestra como pensamiento religioso. Como soy envidioso y egoista, por lo que quiero medrar y machacar al prójimo, es decir, soy un asco de persona, me visto de una traje de bondad, llamado religión, para no levantar sospechas y para poder aprovecharme de las personas buenas e incautas. Ya saben, el típico ejecutivo del Opus, que va echando lastimicas por las esquinas, pero luego tiene un Ferrari, cuatro Chalets, 20 sirvientes y Dios sabe que comete adulterio. Todo por envidioso, egoista y sucio. Y como lo sabe, tiene que envolverse en papel de regalo para que no se note. No te creas que luego no sufre por las noches al saberse tan podrido.

Por norma, estas personas son a la vez egoistas, envidiosos e hipócritas. Esto deriva en amor al poder y al fuerte, aunque te pise, masoquismo social, despotismo.

Todo proviene de esas tres carencias.

Las demás personas, que hacen de comparsa, tienen otros defectos. Sobre todo el miedo, que da alas al grupo de los malignos para que cometan sus fechorías.

Si conseguimos detectar y aislar a esas personas malignas, echarlas de los grupos de poder e influencia, de las empresas, de los partidos, el mundo será mejor. Los malvados lo aceptarán porque estas personas, también son cobardes.

La bondad y el beneficio a los demás, por el contrario, siempre lo hacen personas que piensan en el bien común, no sólo en si mismos. Personas que no son envidiosas, que disfrutan del bien ajeno y que no necesitan la justificación de complicadas vestimentas religiosas o morales. Cuando veas a esa gente, que suele ser, también valiente, acércate a ellas porque ahí está la verdad.

Si construimos la sociedad desde el bien común, y no desde la envidia, el egoismo y la hipocresía, mejor nos irá a todos.







Ramiro Carvasio

1 comentario:

  1. Tu estilo está a medio camino de Nietzsche y Larra. El uno acabó loco; el otro se mató. Lo de la locura fue por la sífilis. Lo del pistoletazo también tiene una motivación relacionada con lo mismo. Algunos tratadistas medievales resumían el mal del mundo en la codicia. Tú aňades la hipocresía que es como una técnica para realizar mejor lo que impone el egoísmo y la envidia. Estoy de acuerdo en que la envidia es signo de debilidad. Pero el egoísmo no es malo. Es egoísta un tigre? Es egoísta un gusano que come su hoja? El egoísmo en sí es una calidad de la existencia -vamos, es un decir, no?- lo único malo no es el egoísmo del egoista, sino él. Su egoísmo es semejante al mío; no lo combato por ser egoísta -sino sólo por una veleidad, porque no me gusta, o porque me estorba en ese momento.
    Daqui Bizarro

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