martes, 14 de diciembre de 2010

Transiciones pendientes

Uno de los mitos hispanos contemporáneos es la transición Española.

Si bien es cierto que se hizo una transición política lo mejor que se pudo(o se supo), es igualmente cierto que la población en general aún vive mentalmente en el franquismo.

Esta afirmación se sustenta en la evidente complicidad con la que se soporta la corrupción a todos los niveles. Cuando detienen a un alcalde por corrupción y entrevistan a la gente, la gran mayoría dice que sospechaba o sabía que el alcalde era corrupto. Es decir, todos lo sabían y nadie decía nada. Quién sabe si por miedo a represalias (señal inequívoca de que se tiene al alcalde como continuación legal del caciquismo) o bien porque se acepta que el político es corrupto por definición y con lo cual se deduce que en España no nos acabamos de creer esto de la democracia.

El hecho que los actuales políticos sean hijos o nietos de los antiguos caciques franquistas ahora militantes en el PP o el PSOE tampoco acaba de ayudar y da unas pinceladas más de esperpento a la composición actual del sistema político español.

Así pues, lo más terrorífico del régimen de Franco no pasó durante su dictadura, sino que ha dejado tras de sí un pueblo de cobardes sumisos que no protestan ni reclaman sus derechos.

España no avanzará hasta que las personas hagan la transición mental hacia la democracia y esto significa también hacerse adulto como país. Lo terrible de todo esto es que probablemente tardaremos aún 40 años más.



Ciudadano J

sábado, 4 de diciembre de 2010

La regla universal

Bajó un día Dios a la tierra, en forma de hombre. Se sentía feliz rodeado de todos sus hijos. Los amaba a todos. Tomó uno al azar y lo beso. Entonces el hombre le puso mala cara, le escupió y le pateó. Dios, desconcertado, se marchó de allí y volvió a los cielos.
Al día siguiente, volvió a bajar, en forma humana, pero diferente a la anterior. Buscó al mismo hombre y le castigó por el abuso del día pasado. Entonces el hombre le besó los pies, lo abrazó. Veía en sus ojos miedo. Dios se enterneció y lo dejó marchar.
Un nuevo día y Dios vuelve a bajar, con nueva forma humana, esta vez para abrazar a su hijo, pero éste le volvió a golpear, y a humillar.
Y así pasaron muchos días. Dios bajaba lleno de amor y recibía palizas. Bajaba furioso y recibía amor. Y continúo así, durante milenios para lograr entender la razón de por qué recibía lo contrario de lo que daba. El verdadero origen del amor.
Y ocurrió que en unos de los días que bajó furioso, de un solo golpe mató al hombre.



Ramiro Carvasio