sábado, 10 de septiembre de 2011

Programa de austeridad

Se habla últimamente de que hay que aplicar un programa de austeridad. Estoy de acuerdo, es lo que más falta hace.

Mis hijos estudian en Estados Unidos –plan de austeridad, que estudien en la Complutense.
El banco ha ganado mil millones –plan de austeridad, que entregue 999 millones.
Los inversores tienen cuentas en paraísos fiscales y amasan fortunas –plan de austeridad, se expropian.
Construimos vías de comunicación de alta velocidad –plan de austeridad, vamos otra vez a cincuenta por hora.
Experimentos carísimos podrán descubrir los secretos del universo –plan de austeridad, nos conformamos con el teorema de pitágoras.
Vas a cualquier recoveco medieval en Europa –en USA no hay- y está a tope de turistas –plan de austeridad, ya no se viaja.
Vienen las vacaciones –plan de austeridad, te quedas en casa y lees Guerra y paz; presupuesto de vacaciones, quince euros, lo que cuesta el libro –si lo encuentras de lance, cinco.
Me caso –plan de austeridad, banquete lo preparas en tu casa.
Me he comprado el útimo –y subnormal- móvil –plan de austeridad, escribe cartas.
Hemos hecho reforma en la casa –plan de austeridad, dale tú mismo con yeso.
Vamos a tener que cambiar ya el coche –plan de austeridad, ve en autobús.
Casa en el pueblo, otra en la playa y aquí chalet –plan de austeridad, todo fuera y te quedas con cincuenta metros por cada dos.
Me voy a México, luego paso por Los Ángeles, y a la vuelta me paro en La Habana –plan de austeridad, te quedas en tu pueblo.
Tengo dos ordenadores, más de mil libros, viajo a congresos, un piso en el centro (éste soy yo) –plan de austeridad, deja de hacer el idiota.

Acabo de leer en un artículo de Ángeles Caso, en el único periódico español que me gusta, el sintagma “merecido bienestar” para referirse al que se supone que estamos perdiendo. Con todo respeto, expreso aquí mi desacuerdo con ese sintagma: no es “merecido”. Es exagerado. El supuestamente merecido bienestar nuestro es la ruina y miseria de los otros. El significado de la palabra “dinero” es eminentemente simbólico. ¿Qué vale una hogaza? ¿Un euro? ¿Mil? ¿Qué vale un viaje en metro? ¿Un euro? ¿Dos? ¿Diez? Lo que significa que algo valga x es que teniendo en cuenta la cantidad que hay de esas cosas, sólo cierta gente está en condición de permitírselo. El dinero dice cómo se reparte lo disponible, si puede ser para mí es que no es para ti. Si tenemos mucha riqueza y suben los precios volvemos a ser pobres. No hay energía y productos para todos –en la Tierra- así que unos acceden y otros no. Eso significa el dinero. Si el tercer mundo, o sea el miserable, pudiera acceder al petroleo, valdría mucho más, porque sería escaso. Entonces seríamos mucho más pobres en el primero, y no podríamos permitirnos lo que nos permitimos. Nuestro bienestar no es merecido, es conquistado. ¿Quién merece? La esencia del dinero y de la economía es que para que haya uno rico tiene que haber otro pobre. Es inherente a su misma esencia. En el fondo, lo que dignifica el dinero es que tiene que haber uno que sirva a otro. De esto se trata y nada más, éste es el objetivo. La clave es conseguir que haya otro que trabaje para ti, y por tanto el fundamento inalienable del dinero es la esclavitud. Y esto a ver quién lo niega. Tenemos tantas cosas que provienen de las maquiladoras tercermundistas, tantas materias primas sacadas de minas donde trabajan niños, tanto petróleo que viene de países sumidos en la penuria. Siento asco cuando oigo en vuestras bocas esas palabritas “estado del bienestar”. Cuando vivamos en una choza y tengamos una cabra sí que habremos llegado al estado de bienestar, no el de ahora.




Jan Carvasio

jueves, 8 de septiembre de 2011

La puerilización de la sociedad

Socorro.


Veo mucho tipo de 35 años, que me manda sonrisitas por mail, de estas que se hacen con los dos puntos y un paréntesis. Y, yo que debo ser un tio amargao y viejaco, diría que estas cosas tan monas son de niñas de 8 años, que se mandan mensajitos en el recreo. O me topo (ih) con una mujer de 30 años que aun no se aclara si quiere estar con uno u otro tipejo nocturno. Y que convierte esta diatriba en su centro vital. Otra cosa que más bien corresponde a tener 14 años.

Se alarga la vida, se amasa fortuna cuantos más años tienes y se alarga también la niñez. Que conviene mucho a este sistema de atraco a mano armada. Si eres un niño, te controlan más fácilmente.

Y estas cosas tan presuntuosas que son las llamadas redes sociales, fomentan mucho este estado de nene perpetuo. Nene que se refugia en este infantilado para autocomplacerse en este sistema de falta de oportunidades pero de mantengo social y familiar. Nene inofensivo al que se le pasa la vida, esa que no vuelve, en ñoñadas.

Mientras tanto, los que deciden, encantados de que exista esta bolsa de níños pera. Que no deciden, no avanzan, no hacen, da todo igual, viven en el ocio.

Yo, por mi parte, no le mando una sonrisa de esas ni a Cristo. No ligoteo, no felicito, no me gusta, no añado amigos, no creo grupos, todo por esa santa y placentera manía de llevar siempre la contraria a la masa cómplice.


Y añadan: "Uy que tio más raro"





Ramiro Carvasio