lunes, 25 de abril de 2011

De la justicia

Viendo el otro día "El nombre de la Rosa", me sorprendía de cómo, en aquellos siglos medievales, la Santa Inquisición, acusaba a cualquier infeliz de ser bruja, adorador de satanás, simplemente porque era el raro del pueblo, porque era mujer, porque era vieja, porque estaba enfermo, porque era el diferente. De manera arbitraria se le condenaba a morir en la hoguera y se terminó. El pueblo quedaba aterrorizado y aleccionado por el tremendo espectáculo, volcaba sus iras y sus miedos en el pobre inocente quemado, y el inquisidor, bien creyente él también en aquellos cuentos religiosos, o a sabiendas de que eran todo supersticiones necesarias para someter a los incautos y mantener la supremacía de los privilegiados, quedaba satisfecho del buen trabajo realizado.
¿Cuántas vidas inocentes han sido así eliminadas, cuántas ilusiones, esposas, maridos, hijos, han sido asesinados por aquella caterva de lunáticos, de malignos, de desechos de la raza humana?
Hoy sabemos que no existe Satanás, que nadie hacía brujería, ni adoraba al maligno, ni echaba mal de ojo. Pero ya es tarde. Todos aquellos inocentes fueron ya asesinados hace mucho tiempo.

Pero aun nos queda mucho por andar. En el año 2011 todavía hay inquisidores que arbitrariamente dictan su sentencia embustera, a sabiendas o en fanático éxtasis. Hoy también se acusa, como hace 1.000 años de bruja, de terrorista, a inocentes que se pudren en cárceles ilegales como Guantánamo. Aun hoy estamos indefensos ante pruebas como "coincide tu ADN". ¿Es que hay manera de probar lo contrario?. ¿Dispone el ciudadano de un laboratorio para analizar su ADN, o son los designios de Dios. Aun hay testigos falsos, que dicen haber visto a alguien hacer algo. Cualquier tiparraco infame. No me resulta nada fiable ese sistema, cuando el ser humano miente el 90% de las veces. Hay juicios donde basta con el testimonio de un testigo para condenar a muerte al infeliz. Pasa 15 años en el corredor de la muerte y después se desmuestra su inocencia. Si pagas un abogado más caro, te absuelven, si es de oficio te condenan. Esta justicia tan imperfecta, ¿tenemos derecho a ejercerla?, a llamarla Justicia.
¿Y qué hay de los que roban cientos de millones al estado, al pueblo? ¿Y que hay de los que provocan miles de muertos con guerras ilegales, basadas en argumentos falsos?, ¿No son ellos un millón de veces asesinos?, ¿Quien les juzga? ¿Quien se atreve? ¿Quien puede?
¿Estamos hoy quemando solo a las brujas, a los que echan mal de ojo, al diferente, al enemigo, al pobre, al gitano, al inmigrante que roba, que trapichea con droga? ¿Es eso justicia? ¿Es eso Estado de derecho?

No es justicia, es apaño, es acomodo del rebaño, es terrorismo de Estado, es salvaguarda del poderoso, azote del pueblo, es injusticia. Quizá no sea posible hacerlo de otra manera, quizá seamos imperfectos. Pero si así es, así hay que afirmarlo.






Ramiro Carvasio

jueves, 14 de abril de 2011

El Gigante

A un pueblo alemán, dieciochesco, llegó un gigante pelirrojo y le gustó tanto sus montañas y sus prados, que se quedó allí a vivir.

Al principio todo fue bien. El gigante trabajaba para el pueblo y como era tan fuerte, hacía cosas para aquellas gentes que en otros lugares era impensable que se hicieran. Con una mano hacía caminos, con un puño arrancaba el carbón, con su hacha talaba medio bosque. Había que dedicar mucho trabajo para alimentarle, ya que tenía mucho apetito, pero todos lo hacían de buena gana mientras paseban por el camino, por la mina o por el bosque talado. "Muy bien, muy bien".

Pero al cuarto año hubo una helada. Las cosechas se perdieron, se heló el río. Se murió el ganado. Pero el gigante continuaba teniendo apetito. "Dadme mi ración, malditos". Los vecinos, asustados se lo daban. Se lo quitaron de su propia despensa. El Alcalde promulgó leyes para ir dándole todo al gigante. Hubo que desmontar la iglesia y venderla en pedazos, el colegio, las muelas de oro, todo para dar de comer a este gigante que siempre tenía hambre. Hasta que un día se dieron cuenta de que no tenían nada.

Algunos comenzaron a estar hartos, pero la mayoría tenía miedo. "Es mejor dárselo todo", "Con este mendrugo me conformo".

Pero una joven, una noche, le dio un brebaje que lo mareó y se fue dando tumbos hasta el barranco. Cuando estaba en el borde le dio un empujón con todas su fuerzas y lo despeñó. "Anda y muere maldito". Y se sentó a verlo caer, llorando.

Y fue entonces cuando el pueblo volvió a comer su cosecha, a tener su iglesia, su colegio, sus muelas de oro y, que carape, su dignidad.





Ramiro Carvasio

Revolución, fase superior del capitalismo

Lo veo.

Es tan costoso mantener este sistema de crecimiento perpetuo, de enriquecimiento eterno de las entidades financieras, de las multinacionales, hasta límites soeces, que ya no es suficiente con esquilmar otros países, condenar a otros pueblos a la miseria cultural, material, a la dominación militar, sino que, incluso dentro de esos mismos países dominadores hay que destinar, cada día más recursos a las fauces insaciables de los mercados y de la oligarquía financiera, a costa de lo que pertenece al pueblo. Primero te recortan el sueldo, luego te suben los impuestos, luego te quitan la sanidad pública, la educación gratuita, (miren Inglaterra), las indemnizaciones por despido, la vivienda. Y después será el agua, la seguridad, el aire. Hasta el irremediable final del empobrecimiento social, de una nueva proletarización, de una vida malgastada, del final.

Los hombres solo se rebelan cuando llegan al límite, pero por definición, y para alimentar al monstruo, ese es el seguro destino.

No hay nada más que esperar. Cuando el pueblo no tenga nada, se lanzará a la calle, en desesperación, a cumplir con la última fase del capitalismo, La Revolución.




Ramiro Carvasio

miércoles, 13 de abril de 2011

Revolución o mono

Cuando voy al zoo o cuando veo un documental de animales, y veo a los monos, siempre me preguntaba. ¿Por qué el resto de machos no cogen al mono dominante, le dan un ramillete de hostias, cuatro palos, una lluvia de pedradas y lo despeñan? Es mucho más debil que ellos, es sólo uno, que tiene todas las hembras para él, asegura su descendencia, la mejor comida, el mejor asiento y dispone a voluntad del resto del grupo, de manera arbitarria e inutil. Pero nadie se atreve a destronarle hasta que se hace viejo y otro mono dominante ocupa su lugar para continuar haciendo lo mismo. Los monos no son capaces de organizarse socialmente, de elaborar un plan en bien común, para cargarse al cabrón este que nos hace la vida imposible.

El hombre si es capaz. Las sociedades que han sido capaces de defenestrar al mono, son las que disfrutan del mejor nivel de vida y de las sociedades más pacíficas y prósperas. Pero siempre hay otro mono que quiere ocupar su lugar. Por eso nunca hay que bajar la guardia.


Ustedes eligen o Revolución o mono.




Ramiro Carvasio

Déjenme en paz

Buenas tardes,

Soy uno de tantos ciudadanos afectados por este blog. Ya sabemos que estamos gobernados por una casta de poderosos, ya sabemos que nos refugiamos en la religión, que son una sarta de mentiras, que no tenemos dignidad, que actuamos como rebaño, que nuestra sociedad se construye sobre cadáveres, y que los verdaderos asesinos son los vencedores. Que nuestra sociedad esta únicamente basada en el dominio sobre el otro, en el provecho del prójimo. Pero tengan en cuenta que no todo el mundo es como ustedes. A nosotros no nos parece mal todo eso. Además, la mayoría de nosotros TENEMOS MIEDO. Nos levantamos por la mañana y solo queremos lo que ya tenemos. Lo único que miramos para otro lado cuando sabemos que algo está mal. Pero preferimos que las cosas sigan su marcha, porque es lo más cómodo. Es un gran esfuerzo construir una nueva sociedad. Y el domingo tengo barbacoa en chancletas. No lo entienden. Dejen de dar la vara. Yo solo quiero que me dejen pagar mi hipoteca. Ya solo me quedan 37 años. Solo tengo que agachar la cabeza y tirar del arado. Eso se me da de perlas. Pero todo lo demás, de lo que ustedes hablan, me disgusta, me pone nervioso. Yo, si fuera poderoso haría lo mismo. Lo hago cada día en cuanto puedo. En cuanto veo un resquicio. No lo veo tan mal.

No somos como ustedes, déjennos en paz.




Un afectado

domingo, 3 de abril de 2011

Usos lingüísticos bobos

Últimamente pueden oírse en los medios de comunicación españoles una serie de giros modernos que se diría que poco a poco se van imponiendo. No soy un purista; el lenguaje es algo flexible, continuamente en movimiento. Su norma se reajusta y reactualiza sin cesar. Lo que pasa es que hace gracia cómo se copian los regímenes preposicionales lo mismo que si fueran cosa de última moda. Dicho de otra manera, el que es imbécil, también lo demuestra en su lenguaje.

No me refiero solamente a la muletilla de a día de hoy; hace un año no se decía a día de hoy, ahora a nadie se le cae de la boca. A ver quién es el periodista o político con valor para decir hoy por hoy, o actualmente. A lo que me refiero sobre todo es a la eliminación del artículo de los complementos preposicionales adverbiales. En español, como en otras lenguas románicas, el artículo actualiza y presenta en su individualidad al sustantivo común. Viajar en el avión, significa viajar dentro de un aparato concreto, ese avión. Viajar en avión significa una modalidad de viajar de entre las posibles que existen: viajar en barco, viajar en coche, viajar en burro, etc. Lo mismo podría decirse de los giros el libro está en prensa/está en la prensa; el profesor está en clase/está en la clase, ir en ascensor/en el ascensor, etc. Lo primero categoriza, lo segundo describe. Lo primero se aplica, según una convención, a una determinada posibilidad dentro de un proceso o de un espectro de variantes inventariadas y codificadas. Lo segundo sólo remite, sin más, a una situación actual. Pero cada vez se oye más salir a pista, jugar en liga, bajar a planta, ir a examen. Para los que hablan así, sabiéndolo o no, es como si todo acto fuera sólo una elección posible entre opciones dadas. El enfermo puede estar en quirófano, en planta o en calle, o quizá también en cementerio. Me bajaron a planta, pero no me dejaban salir a calle. Y ¿por qué no: compré un café en máquina y luego me senté en sillón para ver tele? También el café puede comprarse en máquina, en tienda o en bar, luego por tanto, son categorías. Siguiendo este silogismo para tontos también podemos decir: sácate las manos de bolsillos, tengo que ir en autobús porque tengo el coche en taller; le están poniendo una pieza en motor, mete la mano en bolso y dame llaves para que abra puerta, el avión está en pista y poco antes estaba en aire habiendo bajado de cielo, bicho sale de agujero y trepa por árbol, mono vive en rama, araña aguarda en tela, gallino pica en pienso, le están haciendo una operación en callo, o le ha salido un grano en culo.

Manía de categorizar. Ya vale con viajar en avión y viajar en cabra. El loro no está en pino, sino en el pino. No es una posibilidad de las ofrecidas a loro. El loro es un ser cuya libertad es inimaginable para las pequeñas mentes locutoras y burocráticas. No tiene tres o cuatro posibilidades, sino infinitas. Malditos enanos mentales pretenden que vida sea formulario con tres casillas y tienes que elegir una. Poner cruz porque eso has venido a existencia. Ejercer voto y quedar satisfecho, y lo que diga jefe chitón, que trabajo es ya suerte no me vaya a quedar en calle luego cómo pago hipoteca acabaré en cárcel. A ver si vamos domingo a centro comercial nene no te apoyes en barandilla mientras papá y mamá están de las compras.

Mejor que eso, aqui se recomienda, humildemente, esto: echa tierra en ojo, mira cielo y estrella, méntale madre a magnate, no entres en tienda, cierra cuenta banco, estupra hermana, contempla mundo, atiende música, vete a muerte, y no hagas el caso.





Jan Carvasio