lunes, 19 de julio de 2010

Mueve el esqueleto

Mucho tiempo sufrí el acoso de muchos bobos que me querían obligar a menear el esqueleto al ritmo de la peor de las músicas, en un puñetero antro atestado de gentuza. "Venga tío, a bailar" y te invitaban con una demostración propia de coros y danzas ancestrales carabanchelisticas y demacrables. Yo ponía cara de sáquenme de aquí mientras observaba al, o a los invitantes, sacar el culillo pa un lado, la barigueta para otro mientras la letra decía "this is the rithym of the night". A veces me tenía que resistir con verdadera fuerza de enormes tirones para sacarme a la pista.

Gracias a Dios ahora ni siquiera voy con gente tan nefanda y ya no sufro de estos acosos.

Pero pienso en toda esa marabunta encerrada en esos discotecones botando como animales toda la noche, sudando, quemándose con el cigarro del de al lado, con el cubata en una mano, la chaqueta en la otra, gritándose a los oídos y de fondo, indeseable música de engañifa. Yo creo que así no se divierte nadie, hombre. Les miraba a la cara y cuando se pasaba el efecto del último chiste, se les quedaba una cara de ultratumba. La cara que reflejaba cómo se lo estaban pasando realmente.

No vayan a esas cuevas del mal, a esas cochiteras nocturnas. Si ni siquiera se divierten. Está claro que son la vía de escape para la masa findesemanesca. Una dura semana de trabajo y constreñimiento encorbatado pero luego una noche de desparrame. No hombre, no. Ni lo uno ni lo otro. Y si van, no saquen a bailar al hombre sensato que está ahi por cumplir, aguantando el coñazo, y luchando por no abofetearos por idiotas.

Con lo bien que se lo pasa uno en una terraza, tomando unas cervezas, hablando tranquilamente, viendo el partido, cenando con los amigos, haciendo un viajecito.

Esas son las noches que recuerdo como las mejores.




Ramiro Carvasio

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