Cuando examino las parejas que conozco, me encuentro muchos que desarrollan un actitud con su conyuge como si les debiera algo. No por algo malo que el otro le haya hecho y tenga que pagar, sino símplemente porque se presenta como de una casta superior. Normalmente son quiero y no puedo. Es decir, gente de la media capa, que se ha criado medio bien, a costa del papa que tenía un buen puesto en los años de bonanza, y ahora exige a su marido o mujer, lo que nunca podrá darle, porque estas personas no quedan satisfechas nunca. Por ejemplo, si una chica se ha criado en un chalet, aunque fuera en Valdepollos del Cochinar, luego le anda echando en cara a su pobre marido que viven en un piso de 50 metros. Claro, puta, pero en la civilización. Resulta que la paleta es ella y se presenta a sí misma como de rancio abolengo mientras recrimina al marido su humilde origen, maldiciendo su barrio, su familia su casa, su choche. El padre de ella, claro está tenía un choche más grande, lo único que iba tirado por borricos.
Y no solo en la pareja se da este divertido fenómeno. Aun nos encontramos con el abogaducho de barrio que dice ser Conde del algún pueblo perdido, pero que no reclama los papeles por desidia. Como decía mi padre, "Usted es un hijo de puta y yo tengo los papeles debajo del brazo". Esos son los únicos papeles que tiene.
También los hay que se presentan como empresarios de éxito, te aburren a tí y a toda la ciudad con sus presunciones y resulta que al final lo deben todo y tiene que marcharse corriendo para que no le partan las piernas. Quizá incluso, termine pidiéndote dinero.
Vacúnense amigos, ante este quieroynopuedismo, desenmascarenlo y sancionenlo como es debido. Que acabamos soportando a cuatro desgraciados que se hacen pasar por Marqueses. Y mucha gente crédula termina por mantenerles con la excusa de que por definición merecen más que los demás.
Ramiro Carvasio
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