Era la Prehistoria, en unas montañas frías, rodeadas de osos, de lobos, de muerte. Y hablan dos Neandertales.
Jo tío. Que mal está la cosa. Nuestra vida es una miseria sin futuro y sin sentido. Vivimos en cuevas, muertos de frío, con fieras acechando. Cualquier pequeña enfermedad nos lleva a la muerte. La semana pasada murió el padre por un diente negro. Nuestros hijos no tienen comida, ni sapiencia, y se los comen los tigres dientes de sable, los monos. Pasamos toda la vida cazando y luego se nos pudre la carne. O nos asesinan los vecinos y nos despellejan. Rezamos a la Madre Cha y no hace nada por nosotros. Le damos las piedras y el pollo y nos nos escucha. La vida del hombre es una desgracia.
Es cierto hermano. Y creo que siempre será así. Los hombres somos así por naturaleza. Nunca llegaremos a curarnos de los dientes negros. Los tigres nos comerán siempre, nunca sabremos por qué se esconde el sol, no nos amaremos entre nosotros. La carne se nos seguirá pudriendo, y seguiremos siendo despellejados ante la Madre Cha. Es mejor no hacer nada. Así son las cosas, no nos movamos, seamos derrotados y entreguémonos al desánimo y a la autocomplacencia.
Entonces un tigre dientes de sable que los estaba escuchando dijo: Jo, que asco de tios, que cosa más derrotada, me los voy a comer de un bocado para dejar de oir semejante lamento. Y le dijo el cocodrilo, vaya que si. Tírale.
Y el tigre saltó sobre ellos y se comió hasta los huesos.
Ramiro Carvasio
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