Una cosita sencilla,
Cuando era más joven, si un agüelo veía un Jevy Metal, de esos proberbiales, con melena, muñequeras de pinchos, camiseta negra de calaveras infernales, tachuelas y pantalones de pitillo, daba un retemblido y se cambiaba de acera. "Uy que pinta, que miedo, parece un loco". Y el Jevi, "passssssa vejestorio, que no muerdo, ¡cachen lá!".
Yo he tenido, en mi vida muchos amigos de éstos, más jevorros que el "Master of Puppets", y la verdad es que tenían siempre el corazón blanco como la nieve. La mayoría tenía su novia de toda la vida, de la que no se separaba, a la que amaba de verdad y que en muchos casos era una chica interesante, con inquietudes culturales, honesta y fiel. Después de los conciertos o las tardes en el "Excalibur", estos amigos se sacaban su carrera, trabajaban en el hospital o terminaban de profesores en un barrio obrero y humilde de Madrid.
Nunca he visto un pintas de estos haciendo una maldad. Si los ven, no se cambien de acera.
Yo soy diferente. A mí, hay otras pintas que me dan miedo. Cuando observo el mundo, las perversidades las hacen los hombres encorbatados, uniformados, entogados, afeitados, bien recortaditos. "Firme aquí que 40 años pasan rápido", "Ahora su casa es nuestra", "En 24 horas comenzaremos las operaciones de guerra", "Queda detenido", "Culpable", "PUM".
Cuando veo uno de esos, digo "Uf, que traje, que corbata, y ese pelo tan atusado, que miedo, me cambio de acera".
Ramiro Carvasio
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